jueves, 21 de noviembre de 2019

De Viaje, por Clara Rodríguez Cordeiro




De Viaje, Federico Granell, texto para la exposición en la Galería Metro de Santiago de Compostela

Todo comienza en un no-lugar.
Expectación, ilusión, nervios. Somos viajeros y la posibilidad se despliega en nuestra mente con la misma intensidad con la que observamos el destino ante nuestros ojos.
Todo es belleza y paz. Silencio. Pasión.
Y el tranquilo e íntimo transcurrir del tiempo nos acompaña.
Un tiempo que, en la pintura de Federico Granell (Cangas del Narcea, 1974), parece detenerse, abrumado por la intensidad del viaje, atrapado en nuestra memoria, dispuesto a perderse, como nosotros, en la belleza de los lugares cotidianos, en la atmósfera del descubrimiento, en la soledad de los placeres perdidos.
Somos también seres melancólicos. Paseantes sin rumbo. Observadores a la espera de que alguien nos devuelva la mirada. Y, del mismo modo que observamos y nos observan, estamos en el centro del mundo y nos escondemos en él, perdidos en el placer de errar.
Porque somos vagabundos. Y sólo al errar comprendemos que es la capacidad de descubrir, y descubrirnos, lo que más nos inspira.
Viajar es el lugar... y una canción suena en un pequeño cuaderno de viaje.

Clara Rodríguez Cordeiro




lunes, 4 de noviembre de 2019

Yo también en la Arcadia!


¡Yo también en la Arcadia!


El viaje más fascinador es un regreso
Claudio MagrisEl infinito viajar

Viajar, pintar. Volver a viajar y seguir pintando. Ambos verbos se entrelazan en el proceso creativo de Federico Granell. Es un eterno retorno. Roma, Florencia, Venecia, Nápoles, Capri, Sorrento, Palermo, Padua,PompeyaTodas y cada una de estas ciudades italianas han sido vividas por el artistaTodas y cada una de ellas han sido almacenadas en su memoria, fijadas en su retina y recorridas con el espíritu del flâneur que sabe deambular por las calles y aprovechar ese “don de la errancia” (que diría Louis Huart) para la captación estética del mundo que le rodea y, en este caso, su posterior representación. 
Vuelve conmigo a Italia es una suerte de geografía artísticacon banda sonora incluida. Es un juego evocador que invita al espectador a tararear las melodías referenciadas mientras se sitúa frente a la pintura. Es una invitación al viaje baudeleriano donde todo es belleza, todo es orden, todo lujo y quietudClaudio Magris, en el prefacio del libro El infinito viajarsentencia que “para ver un lugar es preciso volver a verlo”. Esto es, comprender el viaje comoregreso. El viaje ha de recomenzar en un movimiento circular que no sólo implica el retorno al hogar (en el sentido del Ulises homérico) sino al destino. Una condición de status viatoris profano que hace que Granell peregrine de manera eterna y vuelva sobre sus pasos. Y, a su lado, viajamos. Volvemos con él a Italia. 
Cada pintura y cada dibujo constituyen una parada en la travesía del pintor. Obra tras obra le acompañamos en su personal Gran Tour contemporáneo. Attilio Brilli analiza detalladamente el origen del fenómeno del viaje a Italia desde el Renacimiento, pasando por el itinerario ochocentista de investigación anticuaria y artísticahasta llegar a una actualidad caracterizada por la aceleración y la masificación (el recién bautizado como síndrome de Venecia). El escritor desvela al final del libro:
Quienes revelaron al mundo, con ojos nuevos y diferentes, en su totalidad y a través de recorridos característicos, los paisajes y las ciudades italianas, pertenecen a ese nero de personajes errantes para los cuales el viaje nunca es una vacación ni, mucho menos -tal y como sucede en los traslados turísticos-, un modo de despejar la mente. Se trata de una actividad intensa, una búsqueda apasionada y fascinante que empuja a vivir y dar sentido a cada instante”. 
Federico Granell se encuentra entre el grupo de personajes descritos por Brilli.  Más allá de visiones manidas y estereotipadas, ofrece un paseo emocional por la Italia anhelada. Cada imagen es una vivencia propia cargada de una atmósfera especial y cargada, también, de literatura. Ante sus escenas, los lectores de Guy de Maupassantrememorarán sus diarios de viaje por el Mediterráneo en “La vida errante” con pormenorizadas descripciones de la bella Florencia o del carácter extraordinario de las Catacumbas de los Capuchinos de Palermo. Del escritor francés (quien también parecía tener el “don de la errancia”) son las siguientes palabras: “Al hombre que vaga por el mundo le resulta prácticamente imposible no mezclar su imaginación con la visión de la realidad. Se acusa a los viajeros de mentir y de engañara quienes les escuchan. Pero no mienten, no, lo que ocurre es que observan mucho más con el pensamiento que con la mirada”. 
Viajar, pintar, imaginar. Volver a viajarseguir pintando y continuar imaginando. Un tercer verbo ser añade al modus operandi del artistaViajar es un acto intelectivo y cada lugar habla al viajero. En esta conversación se mira, se escucha, pero, sobre todo (siguiendo a Maupassant), se piensa. Porque el viaje, paraFederico Granell, también es metapinturaUn segundo nivel de juego se presenta en sus lienzos. Un juego intelectual y estético a través del cual reflexionar, en un doble sentido, sobre el arte que encierra el viaje y sobre el arte que encierra el propio arte. Hablamos del cuadro dentro del cuadro. Una tautología. La intrahistoria del viaje vivido y representado; la intrahistoria de la Historia del Arte desde la Antigüedad la contemporaneidad más absoluta de la Bienal de Venecia pues “un lugar no es sólo su presente, sino también ese laberinto de tiempos y épocas diferentes que se entrecruzan en un paisaje y lo constituyen. Hemos retornado a Magris en el infinito viajar que nos proponen la obras de Vuelve conmigo a Italia. ¡Con Granell también en la Arcadia! (en recuerdo de J. W. Goethe). 

Natalia Alonso Arduengo
Crítica y comisaria independiente