martes, 4 de julio de 2023

Residencia artística Nautilus

Como decía Saramago en sus Cuadernos de Lanzarote “ Horas demasiado lentas, días demasiado rápidos” así fue un poco como me sentí en la Residencia  Nautilus de Lanzarote. Muchas experiencias difíciles de resumir en unas pocas palabras. 






 

Ofrenda floral en el Museo de Bellas Artes de Asturias




martes, 11 de abril de 2023

Ingravidez en la Escuela de Arte de Oviedo

 Entre el 27 de marzo y el 28 de abril, exposición de esculturas, pinturas, grabado, dibujo, cuadernos de viaje y bocetos y fotografías. 











domingo, 12 de marzo de 2023

Plena pausa, concierto de J sobre imágenes de Iván Zulueta


Este sábado 11 de marzo, dentro del programa SACO, semana del audiovisual contemporáneo de Oviedo se pudo disfrutar en el Teatro Campoamor de un concierto de esos que no te esperas y que te cambian para siempre. J de Los Planetas y su banda para este evento nos ofrecieron una serie de canciones nuevas, alrededor de 15, que se publicarán en abril en vinilo inspiradas en las películas inéditas de Iván  Zulueta que adquirió recientemente la Filmoteca Nacional y propusieron al granadino crear un acompañamiento musical nuevo.
La banda de espaldas al público (no pude evitar acordarme de la primera vez que vi a Los Planetas y la bajista tocaba así por timidez) interpretaban las canciones al son de las imágenes, ellos estaban pendientes de las imágenes y las canciones duraban exactamente lo mismo que los cortos, que se iban sucediendo aportando capas y capas de mensajes a unos vídeos de Súper 8 como el de unas vacaciones en los años 50, una piscina en el San Sebastián de los 70, imágenes grabadas de la tele o incluso las que parecían pruebas de cámara de su obra maestra, Arrebato, con primeros planos de Eusebio Poncela y Will More.
Después de lo frustrante que había sido la actuación de la jornada anterior con El Niño de Elche intentando darle una visión nueva a La concha y el clérigo y a Un pero andaluz pero sin conseguirlo,  este conjunto de canciones les dió frescura y ligereza a estas cintas de Zulueta. Ya en la primera canción se podía sentir la conexión de J con el público y en varias partes de la actuación no pude evitar alguna que otra lágrima de emoción. Fue increíble el homenaje a Family, al incluir una parte de En el rascacielos sobre unas imágenes grabadas en el actual VP Plaza de Madrid o la más sorprendente versión del éxito de Albert Hammond Échame a mi la culpa, que todos coreamos desde nuestras butacas y cuya letra parece del propio J. 

  El concierto se pasó en un suspiro, la conjunción de dos grandes como Zulueta y J funcionó a la perfección. Un servidor ya está deseando ver el vinilo con el diseño del donostiarra Aramburu, nueva joya para añadir a la colección. Alquimia pura. 

ArtMadrid 2023 con la Galería Metro





Nueva serie de acuarelas para la feria ArtMadrid 2023, participando con la Galería Metro en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles.

jueves, 10 de noviembre de 2022

En tránsito en Galería Utopia Parkway de Madrid



FEDERICO GRANELL
, AL CONTRALUZ

 

ENRIQUE ANDRÉS RUIZ

 

 

El pintor Federico Granell suele reunir cada tanto tiempo en unos libros gruesos y compactos viñetas, apuntes rápidos, instantáneas pintadas que atestiguan de ciertos momentos vividos o imaginados en los que, por la razón que fuera, refulgía la vida en plenitud. De hecho, el último de los tres volúmenes que ha publicado hasta ahora se titula Los mejores momentosY luego están sus pinturas, que suelen tener otra gravedad. En esta última serie titulada muy explícitamente En tránsito, un viajero, que puede ser cualquiera y que puede muy bien sentirse representado por el propio pintor, parece estar a la espera de que el viaje comience, y con él una nueva ocasión para que esa plenitud sea de nuevo rescatada, en otro lugar, lejos, mundo adelante.

Las pinturas están teñidas de una pasión contenida, gris, inmersa en unos espacios anónimos, como los de las zonas que parecen únicamente justificadas por ser lugares de paso. Esto hace que los acompañe la melancolía. Instantes en tránsito entre los dos cabos de la partida y la llegada, momentos vacíos frente a los inmensos ventanales de los aeropuertos, siluetas recortadas al contraluz de las pistas cegadoras.

En uno de sus últimos libros, tan breve y seco como los otros, el filósofo germano-coreano Byung-Chul Han habla exactamente del “el olvido de las cosas en el arte”. El libro se titula No-cosas y, sí, es tambiéncomo los otros,insidiosamente agudo. El crítico e incómodo pensador se detiene a examinar las consecuencias que para el arte ha tenido la suplantación de esa relación entre cuerpos y cosas que invita a la percepción de los sentidos, por otra que se produce estrictamente entre significados, entre datos que circulan como informaciones. Sin embargo, la obra de arte —dice Han— “no es un mero portador de ideas”. “Una obra de arte significa más que todos los significados que puedan extraerse de ella”.

La inflación conceptual de los mensajes políticos y sociológicos ha logrado al fin hacer de nuestros museos y centros de arte algo parecido a sitios que no parecen hechos para el gozo y el estremecimiento de la sensibilidadsino únicamente para fabricar y transmitir unas informaciones por cierto absolutamente consabidas y predecibles. En un sentido general, diríamos con nuestro filósofo que este mundo virtual y digitalizado “se vacía de cosas y se llena de una información tan inquietante como las voces sin cuerpo”. Como esos espacios, diríamos, y esos instantes a la espera y con el deseo de la experiencia de la plenitud que aparecen en las excelentes pinturas grises de Federico Granell.

En realidad, la reflexión sobre este tipo de negaciones de la experiencia tiene unos años. A comienzos de los años noventa, el antropólogo francés Marc Augé publicó un libro que se hizo célebre dedicado a los ”no-lugares”, una expresión que enseguida comenzó a ser aplicada en muchos ámbitos sin necesidad de haber leído el libro. La fórmula era capaz de describir la condición común a aquellos espacios —aeropuertos, salas de espera, zonas compartidas de los centros comerciales y, en general, todas las modalidades contemporáneas de la extensión únicamente dispuestas para el tránsito, la falta de fijeza, de memoria y de identidad. En ellos se escucha el remoto zumbido de la electricidad insomne o se palpan las pulidas superficies de las señales luminosas. Inmensos espacios con consistencia de acero o de cristal. Brillantes pavimentos pulidos como lagos. Las retículas geométricas de los ventanales.

Curiosamente, esta melancolía asordinada y anónima de los “no-lugares” ha prendido en la obra de no pocos pintores contemporáneos que parecen resistir así —con la pintura, el arte más carnal y físico que existe— a la reducción del arte a los significados morales o sociales o políticos. Los despegues de los aviones en el crepúsculo, su abandono o su vacía presencia en el hangar, han sido asunto frecuente en las pinturas de Dis Berlín, de Juan Cuellar; los moteles y las habitaciones de una noche, en las de Gonzalo Sicre; las salas de espera, con su mobiliario modular y seriado, la luz cenital de los fluorescentes, en las de Teresa Moro

En esta última colección de pinturas de Federico Granell, la pasión contenida que espera recobrar la plenitud del cuerpo y los sentidos aguarda en la sombra mientras contempla la luminosidad reverberante del exterior. Espera que, ahí afuera, más allá de las montañas, de las nubes, al otro lado del sol, un paisaje remoto nos vuelva a envolver en lux, calme et volupté, como en los instantes que el viajero quiso pintar con urgencia en su libreta de apuntes.