domingo, 1 de mayo de 2022

Los paisajes que me habitan en la galería Llamazares










 Il piu nell`uno

 

 

¿Has considerado que el paisaje ha tomado sustancia y

forma para que se le pueda representar en un cuadro?

Walt Whitman, Hojas de hierba1855

 

Federico Granell coge de nuevo los pinceles para redescubrir el paisaje, para realizar un viaje interior por un entorno ya conocido en el que se respira la atmósfera del norte. El artista concibe el paisaje como evasión, comouna exploración pictórica pero también emocional. El escritor y filósofo Ralph Waldo Emerson sentenció en Naturaleza, el ensayo más representativo de su pensamiento, que “para el cuerpo y la mente la naturaleza es un tónico medicinal que vivifica”. Lo terrenal y lo espiritual se funden en el ambiente de cada cuadro y de cada cuaderno. Lo finito y lo infinito convergen sobre el lienzo y el papel. Dualismos reforzados por la pequeñez de las figuras ante la inmensidad de la montaña, el mar o la ruina. Aun con estas dicotomías, son obras que transmiten una reposada sensación de unidad. Las partes están perfectamente integradas en el todo. Según R. W. E.: 

Los parámetros de la belleza vienen dados por todo el recorrido de las formas naturales, por la totalidad de la naturaleza: lo que los italianos quisieron expresan al definir la belleza como “ilpiu nell`uno”. Nada es del todo bello por sí solo: solo es bello en la totalidad.

Sujeto y paisaje cohabitan, como en el Romanticismo, en unas escenas dominadas por la introspección y una aparente suspensión del tiempo. Aparente porque todo sigue su curso. Porque en presencia de la naturaleza, el ciclo del eterno retorno se manifiesta en su esplendor frente a la linealidad del progreso. La experiencia estética de la belleza y de lo sublime, el placer de observar un paisaje autónomo, emancipado de cualquier función utilitaria, también supone un acto de resistencia hacia el (des)orden que opera a nuestro alrededor. En El paisaje habitado Carlos Muñoz Gutiérrez reflexiona: 

Los paisajes, aparentemente, son esas imágenes que deseamos perpetuar. Pintamos cuadros, fotografiamos, describimos en poemas o filmamos. No sabemos de dónde procede la fuerza de esas imágenes, si de nuestra mirada de algo que aparece entre el caos perceptivo que el mundo nos ofrece o, más probablemente, de una combinación de ambas cosas; pero, me atrevería a decir, el hombre habita el mundo construyendo, representado o imaginando paisajes.

Federico Granell habita los paisajes que pinta y dibuja en la misma medida en que los paisajes pintados y dibujadosle habitan a él. En ellos, la contemplación desinteresada y el pensamiento metafísico caminan en paralelo porque, como señala Claudio Minca, “interrogarse sobre el paisaje significa interrogarse sobre el significado del mundo”. 

 

 

Natalia Alonso Arduengo 

Comisaria y crítica independiente