La banda de espaldas al público (no pude evitar acordarme de la primera vez que vi a Los Planetas y la bajista tocaba así por timidez) interpretaban las canciones al son de las imágenes, ellos estaban pendientes de las imágenes y las canciones duraban exactamente lo mismo que los cortos, que se iban sucediendo aportando capas y capas de mensajes a unos vídeos de Súper 8 como el de unas vacaciones en los años 50, una piscina en el San Sebastián de los 70, imágenes grabadas de la tele o incluso las que parecían pruebas de cámara de su obra maestra, Arrebato, con primeros planos de Eusebio Poncela y Will More.
Después de lo frustrante que había sido la actuación de la jornada anterior con El Niño de Elche intentando darle una visión nueva a La concha y el clérigo y a Un pero andaluz pero sin conseguirlo, este conjunto de canciones les dió frescura y ligereza a estas cintas de Zulueta. Ya en la primera canción se podía sentir la conexión de J con el público y en varias partes de la actuación no pude evitar alguna que otra lágrima de emoción. Fue increíble el homenaje a Family, al incluir una parte de En el rascacielos sobre unas imágenes grabadas en el actual VP Plaza de Madrid o la más sorprendente versión del éxito de Albert Hammond Échame a mi la culpa, que todos coreamos desde nuestras butacas y cuya letra parece del propio J.
El concierto se pasó en un suspiro, la conjunción de dos grandes como Zulueta y J funcionó a la perfección. Un servidor ya está deseando ver el vinilo con el diseño del donostiarra Aramburu, nueva joya para añadir a la colección. Alquimia pura.
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